Coca‑Cola: constancia que encendió el efecto bola de nieve
Durante generaciones, los pagos crecientes de Coca‑Cola, sumados a la reinversión automática, demostraron que incluso rendimientos iniciales moderados pueden convertirse en un motor de acumulación potente. En recesiones, los dividendos aportaron estabilidad psicológica y efectivo para comprar más acciones a precios deprimidos. La clave fue la consistencia: aumentar gradualmente el pago, proteger el margen y priorizar el retorno al accionista. Al reinvertir, cada trimestre añadió pequeños ladrillos a un muro que, con los años, se volvió difícil de ignorar.